martes, 21 de abril de 2015

El Renacimiento

En 1492 aparece la primera gramática castellana de Antonio de Nebrija, en la que se recogen formalmente reglas de la lengua castellana y donde su autor alaba a la lengua comparándola con la lengua toscana elogiada a su vez por Dante Alighieri. Nebrija considera la lengua castellana una heredera privilegiada del latín.

Durante todo el siglo XVI aparecen gramáticas de lenguas vernáculas (español, francés), de lenguas indígenas (quechua, náhuatl), lo que demuestra la necesidad que tienen el nacionalismo político, por un lado, y la Iglesia por otro, de disponer de un instrumento de identificación y de divulgación respectivamente. A pesar de ello, no decae el interés por el estudio del latín, entre otras razones porque una vez desaparecido el latín vulgar como lingua franca, existe en el Renacimiento la imperiosa necesidad de rescatar el latín clásico como lengua de cultura. Al mismo tiempo, el interés que ha despertado el estudio de las lenguas vulgares hace posible estudios comparativos que buscan sus rasgos comunes y más generales.

Un hecho muy importante de los siglos XVI y XVII es la composición de diversos Artes de la lengua o gramáticas de lenguas coloquiales de lenguas americanas, por parte de estudiosos principalmente españoles, portugueses e italianos. Esos estudios ayudaron a establecer que las lenguas europeas y en particular el latín o el griego antiguo, no eran lenguas representativas de la diversidad lingüística del mundo.

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